Todo lo que hagas en la vida será insignificante;

Pero es muy importante que lo hagas porque nadie más lo hará. Como cuando alguien entra en tu vida y una parte de ti dice: no estás mínimamente preparado para esto; pero la otra parte dice: hazlo tuyo para siempre.


No se puede hacer el amor con alguien si no le estás amando, aunque tan sólo sea en esos instantes sedientos de sentir.

No es posible que uno no ame a quién le está acariciando el sudor ardiente del placer, no es posible estar besando candente de deseo a alguien a quien no amas. No se puede hacer el amor y compartir todo lo que ello concierne si no estás amando. No se puede no amar y mirar a los ojos a quién está encima de ti gozándote, a quién le estás regalando la más secreta de tus facetas, tu intimidad, tu desnudez, tu lívido, tu mirada perdida en la fantasía, tu estado más irracional y a su vez el más cargado de humanidad. No se puede sentir tanto con alguien y no amarle.

Todo por una apuesta.

 
 Será cuestión de tiempo, de un lugar, de un momento, de una palabra, de un encuentro, de una noche, de un intento.
 

Ya perdoné errores casi imperdonables, traté de sustituir personas insustituibles y olvidar personas inolvidables. Hice cosas por impulso, me decepcioné con personas cuando nunca pensé decepcionarme, mas también decepcioné a alguien. Abracé para proteger, reí cuando no podía e hice amigos eternos. Amé y fui amada, pero también fui amada y no supe amar. Grité y salté de felicidad. Viví de amor e hice juramentos, y promesas que nunca llegué a cumplir. Lloré escuchando nuestra canción, viendo sus fotos y llamé solo para escuchar su voz y me enamoré de una sonrisa. Pensé que iba a morir de nostalgia  y tuve miedo de perder a alguien especial… Pero sobreviví…

Somos humanos. Cometemos errores, malinterpretamos, tomamos decisiones incorrectas, juicios precipitados, las decisiones que tomamos sin pensar, sin vacilar… son las que nos persiguen eternamente. En la vida, sólo hay una cosa segura aparte de la muerte y los impuestos… No importa lo duro que lo intentes, no importa lo buenas que sean tus intenciones, vas a cometer errores. Vas a hacer daño a la gente. Van a hacerte daño. Y si quieres recuperarte… Sólo hay una cosa que puedes decir.
Perdonar y olvidar.

<3

Eso es lo que dicen. Es un buen consejo, pero no es muy práctico. Cuando alguien nos hace daño queremos devolvérsela. Cuando alguien hace que nos equivoquemos, queremos tener razón. Sin el perdón, nunca se ajustan las cuentas, las viejas heridas nunca se curan. Y lo máximo que podemos esperar es que un día, tengamos la suerte de poder olvidar.
Me da igual que vayamos rápido o despacio, sabes que me encanta seguir tu ritmo mientras sea tuyo. Me da lo mismo lo que lleguen a pensar o quien quiera interponerse entre nosotros, me la sopla que nos critiquen y que estén mirando todos y cada uno de nuestros movimientos. Me da igual todo esto con una condición, que los protagonistas de esta historia seamos tú y yo. 


Para mí, ser valiente significa tirar la piedra y no esconder la mano.
Para mí, las personas realmente valientes son las que no tienen porque serlo, lo son sin más. Para mí, ser valiente significa atreverse a decir te quiero, y tener el valor a escuchar un yo no. Para mí, eso es ser valiente, abrazar a alguien especial, con fuerza y soltarlo a riesgo de saber que quizás no lo vuelvas a hacer nunca.
Pero… ¿Sabéis? Muchas veces no me apetece ser valiente, los cementerios ya están llenos de ellos. A mi me da miedo decir un te quiero y poder escuchar un yo no, y claro, muchas otras veces he tirado la piedra y he escondido la mano. Y por supuesto que cuando abrazo a ese alguien tan especial, nunca quiero soltarlo, nunca, ya que si fuera por mí me pasaría la vida a su lado, y me tiemblan las piernas con el simple echo de pensar que puedo perderlo. La verdad, si ser valiente significa tener el valor de renunciar a lo que quieres, prefiero que me llaméis cobarde.