Recorrer la curva de su espalda de arriba abajo con mis dedos, susurrarle al oído que lo quieres y que lo vas a echar de menos. Conocer cada uno de los lunares que cubren su piel, saber su localización exacta y acariciarlos con besos. Por qué solo yo sé lo que es que se despierte, y te dé los mejores buenos días que te hayan podido dar en la vida, y te bese.
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